soldados españoles, entre los cuales se comprendia tambien la compañia del valeroso capitan Diego de Urbina, destacada del tercio de Miguel de Moncada. En ella se habia alistado Cervantes por estreno de su nueva profesion.
Durante el invernadero de Nápoles, se preparaban mas y mas las disposiciones en las tres potencias marítimas del mediodía de Europa, y los diplomáticos de aquel tiempo echaban los cimientos de la alianza que debia hermanarlas pasageramente. Por fin, el 20 de Mayo de 1571, se firmó el famoso tratado de la Liga entre el papa, el rey de España y la república de Venecia. Las tres potencias contractantes nombraron generalísimo de las fuerzas combinadas al hijo natural de Cárlos V, Don Juan de Austria, que acababa de esclarecerse por su estreno en la carrera militar, aniquilando la rebeldía dilatada de los Moriscos granadinos.
Juntó Don Juan ejecutivamente en Barcelona sus veteranos de las Alpujarras, y entre ellos los tercios esclarecidos de Don Miguel de Moncada y de Don Lope de Figueroa, y dando sin demora la vela para la Italia, entró el 26 de Junio, en la bahía de Génova, con cuarenta y siete galeras. Repartidas la tropa y la tripulacion por todos los bageles de la armada, aportó en Mesina de Sicilia á donde iban acudiendo las fuerzas combinadas. En aquella distribucion habian cabido á las galeras de Juan Andres Doria, que estaba en el servicio de España, dos compañías nuevas de veteranos tomadas del tercio de Moncada, las de Urbina y de Rodrigo de Mora; y Cervantes siguió á su capitan en la galera Marquesa, mandada por Francisco Santo Pietro.
La escuadra de los confederados, despues de abastecer á Corfú, persiguiendo á la enemiga, la avistó el 7 de Octubre en la madrugada, á la embocadura del golfo de Lepanto. Se entabló la refriega poco despues del medio dia, por el ala de Barbarigo; se fué estendiendo por toda la línea, y vino a terminarse al anochecer con una de las victorias mas esclarecidas y sangrientas, y de las mas infructuosas que suenan en los anales modernos.
Hallábase á la sazon Cervantes calenturiento, y á los asomos del combate, el capitan y los compañeros le instaron para que se retirase al entrepuentes; mas el gallardo descendiente de los vencedores de Sevilla, aunque debilitado con la enfermedad, lejos de avenirse á consejo tan apocado, rogó que se le destinase al punto mas espuesto, y lo colocaron con doce soldados selectos junto al esquife. Descolló su galera Marquesa en el trance; abordó á la capitana de Alejandria, le mató cerca de quinientos turcos, incluso el comandante, y tomó el estandarte real de Egipto. En el ardor de la refriega sangrienta, Cervantes recibió tres arcabuzazos, dos en el pecho y uno en la mano izquierda, que se la desbarató y le quedó estropeada para siempre. Ufano con razon de haber tenido parte tan gloriosa en aquella ocasion memorable, Cervantes nunca se apesadumbró del malogro de su mano, y anduvo repitiendo que se complacia de haber costeado á tan alto precio el blason de contarse entre los soldados de Lepanto, y en testimonio de su valentía, que estimaba mucho mas que su ingenio, se preciaba de enseñar sus heridas, recibidas, solia decir, en el trance mas esclarecido que vieron los siglos pasados y presentes, y que han de ver los venideros.... y como luceros que deben guiar á los demas al cielo del pundonor.
Ansiaba Don Juan utilizar la victoria allanando los castillos de Lepanto y de San Mauro, y bloquear á los turcos en los Dardanelos; pero la otoñada fiera, la escasez de abastos, el crecido número de heridos y enfermos, en fin, la órden espresa de su hermano Felipe, le precisaron á regresar á Mesina, donde entró el 31 de Octubre. Las tropas se fueron acuartelando de invernada, y cupo al tercio de Moncada el mediodia de Sicilia; mas Cervantes, herido y enfermo, tuvo que permanecer en Mesina y sus hospitales por espacio de seis meses. Don Juan de Austria, finísimo con él ya desde el dia posterior al combate, al ir visitando los diferentes cuerpos de la armada, no lo olvidó tampoco en aquel desamparo. Constan los socorros que le hizo entregar por la pagaduría de la escuadra, con fecha del 15 y 23 de Enero, y 9 y 17 de Marzo de 1572. Restablecido por fin Cervantes, una órden del generalísimo á los oficiales de cuenta y razon señaló una paga alzada de tres escudos mensuales al soldado Cervantes, que pasó a una compañía del tercio de Figueroa.
Desdijo mucho la campaña siguiente de los resultados grandiosos que se estuvieron esperando. Acababa de morir Pio V, el alma de la liga; los venecianos, lastimados en sus intereses del comercio de Levante, se habian entibiado; vino á quedar la España sola en la demanda con los turcos, quienes, sostenidos con la llamada que estaba haciendo la Francia á su favor contra el rey católico, el año mismo de San Bartolomé, amenazando á la Flándes española, se habian preparado en gran manera y amagaban ahora un desembarco por las costas de Sicilia. Sin embargo, el 6 de Junio dió la vela Marco Antonio Colona, para el Archipiélago, con parte de la escuadra confederada, entre otras, las treinta y seis galeras del marques de Santa Cruz, donde se halla-