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CAPÍTULO XXV.
ran al pié de la torre, y lo mejor que tiene es, que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana, con todos se burla, y de todo hace mueca y donaire. Ahora digo, señor caballero de la Triste Figura, que no solamente puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella, sino que con justo título puede desesperarse y ahorcarse, que nadie habrá que lo sepa, que no diga que hizo demasiado de bien, puesto que le lleve el diablo: y querria ya verme en camino solo por vella, que ha muchos dias que no la veo, y debe de estar ya trocada, porque gasta mucho la faz de las mugeres andar siempre al campo, al sol y al aire: y confieso á vuestra merced una verdad, señor Don Quijote, que hasta aquí he estado en una grande ignorancia, que pensaba bien y fielmente que la señora Dulcinea debia de ser alguna princesa de quien vuestra merced estaba enamorado, ó alguna persona tal, que mereciese los ricos presentes que vuestra merced le ha enviado, así el del Vizcaino como el de los galeotes, y otros muchos que deben ser, segun deben de ser muchas las victorias que vuestra merced ha ganado y ganó en el tiempo que yo aun no era su escudero. Pero bien considerado, ¿qué se le ha de dar á la señora Aldonza Lorenzo, digo á la señora Dulcinea del Toboso, de que se le vayan á hincar de rodillas delante della los vencidos que vuestra merced envia y ha de enviar? porque podria ser que al tiempo que ellos llegasen, estuviese ella rastrillando lino, ó trillando en las eras, y ellos se corriesen de verla, y ella se riese y enfadase del presente.—Ya te tengo dicho antes de ahora muchas veces, Sancho, dijo Don Quijote, que eres muy grande hablador, y que aunque de ingenio boto, muchas veces despuntas de agudo; mas para que veas cuan necio eres tú, y cuan discreto soy yo, quiero que me oigas un breve cuento. Has de saber que una viuda hermosa, moza, libre y rica, y sobre todo desenfadada, se enamoró de un mozo motilon, rollizo y de buen tomo: alcanzólo á saber su mayor, y un dia dijo á la buena viuda, por via de fraternal reprension: Maravillado estoy, señora, y no sin mucha causa, de que una muger tan principal, tan hermosa y tan rica como vuestra merced, se haya enamorado de un hombre tan soez, tan bajo y tan idiota como fulano, habiendo en esta casa tantos maestros, tantos presentados, y tantos teólogos en quien vuestra merced pudiera escoger como entre peras, y decir este quiero, aqueste no quiero; mas ella le respondió con mucho donaire y desenvoltura: Vuestra merced, señor mio, está muy engañado, y piensa muy á lo antiguo, si piensa que yo he escogido mal en fulano por idiota que le pare-
TOMO I.
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