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CAPÍTULO XXIV.

reado tan sin merecerlo, acudió á tomar la venganza del cabrero, diciéndole que él tenia la culpa de no haberles avisado que á aquel hombre le tomaba á tiempos la locura, que si esto supieran, hubieran estado sobre aviso para poderse guardar.—Respondió el cabrero, que ya lo habia dicho, y que si él no lo habia oido, que no era suya la culpa.—Replicó Sancho Panza, y tornó á replicar el cabrero, y fué el fin de las replicas asirse de las barbas, y darse tales puñadas, que si Don Quijote no los pusiera en paz, se hicieran pedazos. Decia Sancho, asido con el cabrero: Déjeme vuestra merced, señor caballero de la Triste Figura, que en este que es villano como yo, y no está armado caballero, bien puedo á mi salvo satisfacerme del agravio que me ha hecho, peleando con él mano á mano, como hombre honrado.—Así es, dijo Don Quijote; pero yo sé, que él no tiene ninguna culpa de lo sucedido. Con esto los apaciguó, y Don Quijote volvió á preguntar al cabrero, si seria posible hallar á Cardenio, porque quedaba con grandísimo deseo de saber el fin de su historia. Díjole el cabrero lo que primero habia dicho, que era no saber de cierto su manida; pero que si anduviese mucho por aquellos contornos, no dejaria de hallarle, ó cuerdo ó loco.