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CAPÍTULO XXII.
tos venia un hombre dé muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que al mirar metia el un ojo en el otro: un poco venia diferentemente atado que los demas, porque traia una cadena al pié tan grande, que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas á la garganta, la una en la cadena, y la otra de las que llaman guarda-amigo, ó pié de amigo, de la cual descendian dos hierros que llegaban á la cintura, en los cuales se asian dos esposas, donde llevaba las manos cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podia llegar á la boca, ni podia bajar la cabeza á llegar á las manos. Preguntó Don Quijote, que cómo iba aquel hombre con tantas prisiones mas que los otros. Respondióle la guarda: porque tenia aquel solo mas delitos que todos los otros juntos, y que era tan atrevido y tan grande bellaco, que aunque le llevaban de aquella manera, no iban seguros dél, sino que temian que se les habia de huir.—¿Qué delitos puede tener, dijo Don Quijote, si no han merecido mas pena que echarle á las galeras?—Va por diez años, replicó la guarda, que es como muerte civil: no se quiera saber mas, sino que este buen hombre es el famoso Gines de Pasamonte, que por otro nombre llaman Ginesillo de Parapilla.—Señor comisario, dijo entonces el galeote, váyase poco á poco, y no andemos ahora á deslindar nombres y sobrenombres: Gines me llamo, y no Ginesillo, y Pasamonte es mi alcurnia, y no Parapilla, como voace dice, y cada uno se dé una vuelta á la redonda, y no hará poco.—Hable con menos tono, replicó el comisario, señor ladron de mas de la marca, si no quiere que le haga callar mal que le pese.—Bien parece, respondió el galeote, que va el hombre como Dios es servido; pero algun dia sabrá alguno si me llamo Ginesillo de Parapilla ó no.—¿Pues no te llaman así, embustero? dijo la guarda.—Sí llaman, respondió Gines; mas yo haré que no me lo llamen, ó me las pelaria donde yo digo entre mis dientes. Señor caballero, si tiene algo que darnos, dénoslo ya y vaya con Dios, que ya enfada con tanto querer saber vidas agenas: y si la mia quiere saber, sepa que yo soy Gines de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares.—Dice verdad, dijo el comisario, que él mesmo ha escrito su historia, que no hay mas que desear, y deja empeñado el libro en la cárcel en doscientos reales.—Y le pienso quitar[1], dijo Gines, si quedara en doscientos ducados.—¿Tan bueno es? dijo Don Quijote.—Es tan bueno, respondió Gines, que mal
  1. Desempeñar.
TOMO I.
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