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CAPÍTULO XX.
dos palos, tales, que si como los recibió en las espaldas los recibiera en la cabeza, quedara libre de pagarle el salario, si no fuera á sus herederos. Viendo Sancho que sacaba tan malas veras de sus burlas, con temor de que su amo no pasase adelante en ellas, con mucha humildad le dijo:—Sosiégúese vuestra merced, que por Dios que me burlo.—Pues porque os burlais, no me burlo yo, respondió Don Quijote. Venid acá, señor alegre, ¿paréceos á vos, que si como estos fueron mazos de batan, fueran otra peligrosa aventura, no habia yo mostrado el ánimo que convenia para emprendella y acaballa? ¿Estoy yo obligado á dicha, siendo como soy caballero, á conocer y distinguir los sones, y saber cuáles son de batan ó no? y mas que podria ser, como es verdad, que no los he visto en mi vida, como vos los habreis visto, como villano ruin que sois, criado y nacido entre ellos: si no, haced vos que estos seis mazos se vuelvan en seis jayanes, y echádmelos á las barbas uno á uno, ó todos juntos, y cuando yo no diere con todos patas arriba, haced de mí la burla que quisiéredes.—No haya mas, señor mio, replicó Sancho, que yo confieso que he andado algo risueño en demasía; pero dígame vuestra merced, ahora que estamos en paz, así Dios lo saque de todas las aventuras que le sucedieren, tan sano y salvo como le ha sacado desta: ¿no ha sido cosa de reir, y lo es de contar, el gran miedo que hemos tenido? á lo menos el que yo tuve, que de vuestra merced ya yo sé que no le conoce, ni sabe qué es temor ni espanto.—No niego yo, respondió Don Quijote, que lo que nos ha sucedido no sea cosa digna de risa; pero no es digna de contarse, que no son todas las personas tan discretas que sepan poner en su punto las cosas.—A lo menos, respondió Sancho, supo vuestra merced poner en su punto el lanzon, apuntándome á la cabeza y dándome en las espaldas: gracias á Dios y á la diligencia que puse en ladearme; pero vaya, que todo saldrá en la colada, que yo he oido decir: Ese te quiere bien que te hace llorar; y mas que suelen los principales señores tras una mala palabra que dicen á un criado, darle luego unas calzas, aunque no sé lo que le suelen dar tras haberle dado de palos, si ya no es que los caballeros andantes dan tras palos ínsulas ó reinos en tierra firme.—Tal podria correr el dado, dijo Don Quijote, que todo lo que dices viniese á ser verdad: y perdona lo pasado, pues eres discreto, y sabes que los primeros movimientos no son en mano del hombre; y está advertido de aquí adelante en una cosa, para que te abstengas y reportes en el hablar demasiado conmigo, que en cuantos libros de caballerías he leido, que
TOMO I.
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