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DON QUIJOTE.

cer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan á sus damas: que sus cabellos son oro, su frente campos Elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que á la vista humana encubrió la honestidad, son tales, segun yo pienso y entiendo, que solo la discreta consideracion puede encarecerlas y no compararlas.—El linage, prosapia y alcurnia querriamos saber, replicó Vivaldo. A lo cual respondió Don Quijote:—No es de los antiguos Curcios, Gayos y Cipiones romanos: ni de los modernos Colonas y Ursinos, ni de los Moncadas y Requesenes de Cataluña, ni menos de los Rebellas y Villanovas de Valencia, y Palafoxes, Nuzas, Rocabertis, Corellas, Lunas, Alagones, Urreas, Foces y Gurreas de Aragon: Cerdas, Manriques, Mendozas y Guzmanes de Castilla: Alencastros, Pállas, y Méneses de Portugal; pero es de los del Toboso de la Mancha, linage aunque moderno, tal que puede dar generoso principio á las mas ilustres familias de los venideros siglos: y no se me replique en esto, si no fuere con las condiciones que puso Cervino al pié del trofeo de las armas de Orlando, que decia:

....................... Nadie las mueva
Que estar no pueda con Roldan á prueba.

—Aunque el mio es de los Cachopines de Laredo, respondió el caminante, no le osaré yo poner con el de Toboso de la Mancha: puesto que para decir verdad, semejante apellido hasta ahora no ha llegado á mis oidos.—Como eso no habrá llegado, replicó Don Quijote.=Con grande atencion iban escuchando todos los demas la plática de los dos, y aun hasta los mesmos cabreros y pastores conocieron la demasiada falta de juicio de nuestro Don Quijote. Solo Sancho Panza pensaba que cuanto su amo decia era verdad, sabiendo él quien era, y habiéndole conocido desde su nacimiento; y en lo que dudaba algo era, en creer aquello de la linda Dulcinea del Toboso, porque nunca tal nombre ni tal princesa habia llegado jamas á su noticia, aunque vivia tan cerca del Toboso.

En estas pláticas iban, cuando vieron que por la quiebra que dos altas mantañas hacian, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra lana vestidos, y coronados con guirnaldas, que á lo que despues pareció, eran cuál de tejo, y cuál de cipres. Entre seis dellos traian unas andas cubiertas de mucha diversidad de flores y de