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CAPÍTULO XII.
buco; y con esta manera de condicion hace mas daño en esta tierra, que si por ella entrara la pestilencia, porque su afabilidad y hermosura atrae los corazones de los que la tratan, á servirla y amarla; pero su desden y desengaño los conduce á términos de desesperarse: y así no saben qué decirle, sino llamarla á voces cruel y desagradecida, con otros títulos á este semejantes, que bien la calidad de su condicion manifiestan: y si aquí estuviésedes, señor, algun dia, veriades resonar estas sierras y estos valles con los lamentos de los desengañados que la siguen: no está muy lejos de aquí un sitio, donde hay casi dos docenas de altas hayas; y no hay ninguna que en su lisa corteza no tenga grabado y escrito el nombre de Marcela, y encima de alguna una corona grabada en el mesmo árbol, como si mas claramente dijera su amante, que Marcela la lleva y la merece de toda la hermosura humana: aquí suspira un pastor, allí se queja otro, acullá se oyen amorosas canciones, acá desesperadas endechas: cual hay que pasa todas las horas de la noche sentado al pié de alguna encina ó peñasco, y allí sin plegar los llorosos ojos, embebecido y trasportado en sus pensamientos, le halló el sol á la mañana: y cual hay que sin dar vado ni tregua á sus suspiros, en mitad del ardor de la mas enfadosa siesta del verano, tendido sobre la ardiente arena, envia sus quejas al piadoso cielo: y deste y de aquel, y de aquellos y destos libre y desenfrenadamente triunfa la hermosa Marcela: y todos los que la conocemos, estamos esperando en qué ha de parar su altivez, y quién ha de ser el dichoso que ha de venir á domeñar condicion tan terrible, y gozar de una hermosura tan estremada. Por ser todo lo que he contado tan averiguada verdad, me doy á entender que tambien lo es la que nuestro zagal dijo que se decia de la causa de la muerte de Grisóstomo: y así os aconsejo, señor, que no dejeis de hallaros mañana á su entierro, que será muy de ver, porque Grisóstomo tiene muchos amigos, y no está deste lugar á aquel donde manda enterrarse media legua.—En cuidado me lo tengo, dijo Don Quijote, y agradézcoos el gusto que me habeis dado con la narracion de tan sabroso cuento.—¡Oh! replicó el cabrero, aun no sé yo la mitad de los casos sucedidos á los amantes de Marcela; mas podria ser que mañana topásemos en el camino algun pastor que nos los dijese: y por ahora bien será que os vais á dormir debajo de techado, porque el sereno os podria dañar la herida, puesto que es tal la medicina que se os ha puesto, que no hay que temer de contrario accidente.=Sancho Panza, que ya daba al diablo el tanto ha-
TOMO I.
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