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CAPÍTULO IX.

la mejor mano para salar puercos, que otra muger de toda la Mancha.” Cuando yo oí decir Dulcinea del Toboso, quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenian la historia de Don Quijote. Con esta imaginacion le dí priesa que leyese el principio, y haciéndolo así, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decia: ‟Historia de Don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo.” Mucha discrecion fué menester para disimular el contento que recebí cuando llegó á mis oidos el título del libro, y salteándosele al sedero, compré al muchacho todos los papeles y cartapacios por medio real: que si él tuviera discrecion, y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevar mas de seis reales de la compra. Apartéme luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor, y roguéle me volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de Don Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofreciéndole la paga que él quisiese. Contentóse con dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo, y prometió de traducirlos bien y fielmente, y con mucha brevedad. Pero yo por facilitar mas el negocio, y por no dejar de la mano tan buen hallazgo, le truje á mi casa, donde en poco mas de mes y medio la tradujo toda del mesmo modo que aquí se refiere. Estaba en el primero cartapacio pintada muy al natural la batalla de Don Quijote con el vizcaino, puestos en la mesma postura que la historia cuenta, levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaino tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler á tiro de ballesta. Tenia á los piés escrito el vizcaino un título que decia: Don Sancho de Azpeytia, que sin duda debia de ser su nombre; y á los piés de Rocinante estaba otro que decia: Don Quijote. Estaba Rocinante maravillosamente pintado, tan largo y tendido, tan atenuado y flaco, con tanto espinazo, tan ético confirmado, que mostraba bien al descubierto con cuánta advertencia y propiedad se le habia puesto el nombre de Rocinante. Junto á él estaba Sancho Panza, que tenia del cabestro á su asno, á los piés del cual estaba otro rétulo que decia: Sancho Zancas, y debia de ser que tenia, á lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto, y las zancas largas; y por esto se le debió de poner nombre de Panza y de Zancas, que con estos dos sobrenombres le llama algunas veces la historia[1]. Otras

  1. En ninguna ocasion sin embargo sino en esta da la historia á Sancho el sobrenombre de Zancas.