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CAPÍTULO VII.

niesen de molde para coronarte por rey de uno dellos: y no lo tengas á mucho, que cosas y casos acontecen á los tales caballeros por modos tan nunca vistos ni pensados, que con facilidad te podria dar aun mas de lo que te prometo.—Desa manera, respondió Sancho Panza, si yo fuese rey por algun milagro de los que vuestra merced dice, por lo menos Juana Gutierrez[1] mi oislo[2] vendria á ser reina, y mis hijos infantes.—Pues ¿quién lo duda? respondió Don Quijote.—Yo lo dudo, replicó Sancho Panza, porque tengo para mí, que aunque lloviese Dios reinos sobre la tierra, ninguno asentaria bien sobre la cabeza de Mari Gutierrez: sepa, señor, que no vale dos maravedis para reina; condesa le caerá mejor, y aun Dios y ayuda.—Encomiéndalo tú á Dios, Sancho, respondió Don Quijote, que él le dará lo que mas le convenga; pero no apoques tu ánimo tanto que te vengas á contentar con menos que con ser Adelantado. —No haré, señor mio, respondió Sancho, y mas teniendo tan principal amo en vuestra merced, que me sabrá dar todo aquello que me esté bien y yo pueda llevar.



  1. Esta muger de Sancho se llama, como se ve pocas líneas despues, Mari Gutierrez. Al fin de la Parte I se advierte que se llamaba Juana Panza, por la costumbre de tomar en la Mancha las mugeres el apellido de sus maridos. En la Parte II se llama Teresa Panza, y en el cap. V se dice que si no fuera por esa costumbre, se habia de llamar Teresa Cascajo, por haberse llamado Cascajo su padre. Vese claro que en esta variedad le flaqueó la memoria á nuestro autor.
  2. Palabra sustantivada, compuesta del verbo oir y del articulo lo, la cual supone por el marido ó la muger ausente. En este mismo sentido la usó el mismo Cervantes (P. II. c. III), y un romance al sentimiento de una viuda que lloraba la falta de su mal logrado, dice:

    ‟Acuérdase de su oíslo,
    Mirando la pobre casa &c.”

    (Biblioteca real: Parnaso español, est. M. Cod. 4, p. 199.)