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437 Leonela. Díjole asimismo lo que instigado de la furiosa rabia de los celos había dicho á Anselmo, y como estaba concertado de esconderse en la recámara para ver desde allí á las claras la poca lealtad que ella le guardaba: pidióle perdón de esta locura, y consejo para poder remedialla y salir bien de tan revuelto laberinto como su mal discurso le había puesto. Espantada quedó Camila de oir lo que Lotario le decía, y con mucho enojo, y muchas y discretas razones le riñó y afeó su mal pensamiento y la simple y mala determinación que había tenido; pero como naturalmente tiene la mujer ingenio presto para el bien y para el mal más que el varón, puesto que le va faltando cuando de propósito se pone á hacer discursos, luego al instante halló Camila el modo de remediar tan al parecer inremediable negocio, y dijo á Lotario, que procurase que otro día se escondiese Anselmo donde decía, porque ella pensaba sacar de su escondimiento comodidad para que desde allí en adelante los dos se gozasen sin sobresalto alguno; y sin declararle del todo su pensamiento, le advirtió que tuviese cuidado, que en estando Anselmo escondido, él viniese cuando Leonela le llamase, y que á cuanto ella le dijese, le respondiese como respondiera aunque no supiera que Anselmo le escuchaba. Porfió Lotario que le acabase de declarar su intención, porque con más seguridad y aviso guardase todo lo que viese ser necesario.

—Digo, dijo Camila, que no hay más que guardar, si no fuere responderme como yo os preguntare, no queriendo Camila darle antes cuenta de lo que pensaba hacer, temerosa que no quisiese seguir el parecer que á ella tan bueno le parecía, y