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sin conocer quién era, pensó primero que debía de ser alguna fantasma; mas cuando le vió caminar, embozarse y encubrirse con cuidado y recato, cayó de su simple pensamiento, y dió en otro, que fuera la perdición de todos si Camila no lo remediara.

Pensó Lotario que aquel hombre que había visto salir tan á deshora de casa de Anselmo, no había entrado en ella por Leonela, ni aún se acordó si Leonela era en el mundo: sólo creyó que Camila, de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro: que estas añadiduras trae consigo la maldad de la mujer mala, que pierde el crédito de su honra con el mismo á quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega á otros, y da infaliblecrédito á cualquiera sospecha que desto le venga.

Y no parece sino que le faltó á Lotario en este punto todo su buen entendimiento, y se le fueron de la memoria todos sus advertidos discursos; pues sin hacer alguno que bueno fuese, ni aun razonable, sin más ni más, antes que Anselmo se levantase, impaciente y ciego de la celosa rabia que en las entrañas le roía, muriendo por vengarse de Camila, que en ninguna cosa le había ofendido, se fué á Anselmo, y le dijo:

1 —Sábete, Anselmo, que ha muchos días que he andado peleando conmigo mismo, haciéndome fuerza á no decirte lo que ya no es posible ni justo que más te encubra. Sábete que la fortaleza de Camila está ya rendida y sujeta á todo aquello que yo quisiere hacer della; y si he tardado en descubrirte esta verdad, ha sido por ver si era algún liviano antojo suyo, ó si lo hacía por probarme y ver si eran con propósio firme tratados los amores que con tu licencia con ella he comenzado. Creí ansi-