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es consuelo en las desgracias hallar quien se duela dellas. Y si es que mi buen intento merece ser agradecido con algún género de cortesía, yo os suplico, señor, por la mucha que veo en vos se encierra, y juntamente os conjuro por la cosa que en esta vida más habéis amado ó amáis, que me digáis quién sois, y la causa que os ha traído á vivir y á morir entre estas soledades como bruto animal, pues moráis entre ellos tan ajeno de vos mismo cual lo muestra vuestro traje y persona. Y juro, añadió don Quijote, por la orden de caballería que recebí, aunque indigno y pecador, y por la profesión de caballero andante, y si en esto, señor, me complacéis, de serviros con las veras á que me obliga el ser quien soy, ora remediando vuestra desgracia si tiene remedio, ora ayudándoos á llorarla como os lo he prometido.

El caballero del Bosque, que de tal manera oyó hablar al de la Triste Figura, no hacía sino mirarle y remirarle y tornarle á mirar de arriba abajo, y después que le hubo bien mirado, le dijo:

—Si tienen algo que darme á comer por amor de Dios, que me lo den, que después de haber comido, yo haré todo lo que se me manda, en agradecimiento de tan buenos deseos como aquí se me han mostrado.

Luego sacaron Sancho de su costal y el cabrero de su zurrón con que satisfizo el Roto su hambre, comiendo lo que le dieron como persona atontada, tan apriesa, que no daba espacio de un bocado al otro, pues antes los engullía que tragaba; y en tanto que comía, ni él ni los que le miraban hablaban palabra. Como acabó de comer les hizo señas de que le siguiesen, como lo hicieron, y él les llevó á un verde pradecillo que á la vuelta de una peña