Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo I (1908).pdf/221

Esta página no ha sido corregida
— 219 —

1 hablar demasiado conmigo), que en cuantos libros de caballerías he leído, que son infinitos, jamás he hallado que ningún escudero hablase tanto con su señor como tú con el tuyo. Y en verdad que lo tengo á gran falta tuya y mía: tuya en que me estimas en poco; mía en que no me dejo estimar en más. Si que Gandalín, escudero de Amadís de Gaula, conde fué de la insula Firme.

Y se lee dél que siempre hablaba á su señor con la gorra en la mano, inclinada la cabeza y doblando el cuerpo «more turquesco». ¿Pues qué diremos de Gasabal, escudero de don Galaor, que fué tan callado, que para declararnos la excelencia de su maravilloso silencio, sola una vez se nombra su nombre en toda aquella tan grande como verdadera historia? De todo lo que he dicho has de inferir, Sancho, que es menester hacer diferencia de amo á mozo, de señor á criado, y de caballero á escudero. Así que, desde hoy en adelante, nos hemos de tratar con más respeto, sin darnos cordelejo, porque de cualquiera manera que yo me enoje con vos, ha de ser mal parael cántaro. Las mercedes y beneficios que yo os he prometido, llegarán á su tiempo, y si no llegaren, el salario á lo menos no se ha de perder, como ya os he dicho.

—Está bien cuanto vuestra merced dice, dijo Sancho; pero querría yo saber (por si acaso no llegase el tiempo de las mercedes, y fuese necesario acudir al de los salarios) cuánto ganaba un escudero de un caballero andante en aquellos tiempos, y si se concertaban por meses ó por días como peones de albañil.

—No creo yo, respondió don Quijote, que jamás los tales escuderos estuvieron á salario, sino á