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si fuera ya muerto, hacía sobre él un tierno y doloroso llanto. Volvímosle boca abajo, volvió mucha agua, tornó en sí al cabo de dos horas, en las cuales, habiéndose trocado el viento, nos convino volver hacia tierra, y hacer fuerza de remos por no embestir en ella; mas quiso nuestra buena suerte, que llegamos á una cala, que se hace al lado de un pequeño promontorio ó cabo, que de los moros es llamado el de la Cava rumia, que en nuestra lengua quiere decir la mala mujer cristiana; y es tradición entre los moros, que en aquel lugar está enterrada la Cava, por quien se perdió España, porque cava en su lengua quiere decir mujer mala, y rumia, cristiana; y aun tienen por mal agüero llegar allí á dar fondo cuando la necesidad les fuerza á ello, porque nunca le dan sin ella, puesto que para nosotros no fué abrigo de mala mujer, sino puerto seguro de nuestro remedio, según andaba alterada la mar. Pusimos nuestras centinelas en tierra, y no dejamos jamás los remos de la mano: comimos de lo que el renegado había proveído, y rogamos á Dios y á nuestra Señora de todo nuestro corazón, que nos ayudasen y favoreciesen para que felizmente diésemos fin á tan dichoso principio. Dióse orden á suplicación de Zoraida, como echásemos en tierra á su padre, y á todos los demás moros que allí atados venían, porque no le bastaba el ánimo, ni lo podían sufrir sus blandas entrañas, ver delante de sus ojos atado á su padre y aquellos de su tierra presos.

Prometímosle de hacerlo así al tiempo de la partida, pues no corría peligro el dejallos en aquel lugar, que era despoblado. No fueron tan vanas nuestras oraciones, que no fuesen oídas del cielo, que en nuestro favor luego volvió el viento, tran-