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vida. El, como vió allí á su hija, comenzó á suspirar ternísimamente, y más cuando vió que yo estrechamente la tenía abrazada, y que ella sin defenderse, ni quejarse, ni esquivarse se estaba que da; pero con todo esto callaba, porque no se pusiesen en efeto las muchas amenazas que el renegado le hacía. Viéndose y que queríamos dar loses Zoraida ya en la barca, remos al agua, y viendo allí á su padre y á los demás moros que atados estaban; le dijo al renegado que me dijese le hiciese merced de soltar á aquellos moros, y dar libertad á su padre, porque antes se arrojaría en el mar que ver delante de sus ojos y por causa suya llevar cautivo á un padre que tanto la había querido. El renegado me lo dijo, y yo respondí que era muy contento, pero él respondió que no le convenía, á causa de que si allí los dejaban, apellidarían luego la tierra y alborotarían la ciudad, y serían causa que saliesen á buscarnos con algunas fragatas ligeras, y nos tomasen la tierra y la mar, de manera que no pudiésemos escaparnos; que lo que se podría hacer era darles libertad en llegando á la primera tierra de cristianos. En este parecer venimos todos; y Zoraida, á quien se le dió cuenta, con las causas que nos movían á no hacer luego lo que quería, también se satisfizo; y luego con regocijado silencio y alegre diligencia cada uno de nuestros valientes remeros tomó su remo, y comenzamos, encomendándonos á Dios de todo corazón, á navegar la vuelta de las islas de Mallorca que es la tierra de cristianos más cerca; pero á causa de soplar un poco el viento tramontana y estar la mar algo picada, no fué posible seguir la derrota de Mallorca, y fuénos forzoso dejarnos ir tierra á tierra la vuelta de Orán, no sin mucha