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67con certeza y seguridad pudiese hacer la fianza; al cual nunca descubrimos nuestro trato y secreto por el peligro que había.

CAPITULO XLI

Donde todavia prosigue el cautivo su suceso.

No se pasaron quince días, cuando ya nuestro renegado tenía comprada una muy buena barca, capaz de más de treinta personas; y para asegurar su hecho y dalle color, quiso hacer, como lo hizo, un viaje á un lugar que se llamaba Sargel, que está veinte leguas de Argel hacia la parte de Orán, en el cual hay mucha contratación de higos pasos. Dos ó tres veces hizo este viaje en compañía del tagarino que había dicho. «Tagarinos»> llaman en Berbería á los moros de Aragón, y á los de Granada «mudéjares ;» y en el reino de Fez llaman á los mudéjares «elches,» los cuales son la gente de quien aquel rey más se sirve en la guerra.

Digo pues, que cada vez que pasaba con su barca, daba fondo en una caleta que estaba no dos tiros de ballesta del jardín donde Zoraida esperaba, y allí muy de propósito se ponía el renegado con los morillos que bogaban el remo; ó ya á hacer la zalá, ó á como por ensayar de burlas á lo que pensaba hacer de véras: y así se iba al jardín de Zoraida y le pedía fruta, y su padre se la daba sin conocelle. Y aunque él quisiera hablar á Zoraida, como él después me dijo, y decille que él era el que por orden mía la había de llevar á