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<— 64»que está solo el baño y te daré mucho dinero.

»Alá te guarde, señor mío.» Esto decía y contenía el segundo papel, lo cual visto por todos, cada uno se ofreció á querer ser el rescatado, y prometió de ir y volver con toda puntualidad, y también yo me ofrecí á lo mismo; á todo lo cual se opuso el renegado, diciendo que en ninguna manera consentiría que ninguno saliese de libertad hasta que se fuesen todos juntos, porque la experiencia le había mostrado cuán mal cumplían los libres las palabras que daban en el cautiverio, porque muchas veces habían usado de aquel remedio algunos principales cautivos, rescatando á uno que fuese á Valencia ó Mallorca, con dineros para poder armar una barca y volver por los que le habían rescatado, y nunca habían vuelto, porque la libertad alcanzada el temor de y volver á perderla les borraban de la memoria todas las obligaciones del mundo. Y en confirmación de la verdad que nos decía, nos contó brevemente un caso que casi en aquella misma sazón había acaecido á unos caballeros cristianos, el más estraño que jamás sucedió en aquellas partes, donde á cada paso suceden cosas de grande espanto y de admiración. En efeto, él vino á decir que lo que se podía y debía hacer era, que el dinero que se había de dar para rescatar al cristiano, se le diese á él para comprar allí en Argel una barca con achaque de hacerse mercader y tratante en Tetuán y en aquella costa, y que siendo él señor de la barca, fácilmente se daría traza para sacarlos del baño y embarcarlos á todos. Cuanto más, que si la mora, como ella decía, daba dineros para rescatarlos á todos, que estando libres era facilísima cosa aun embarcarse en la mitad del día,