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tianos, y en fin se acordó por entonces que esporásemos al aviso segundo de Zoraida, que así se llamaba la que ahora quiere llamarse María: porque bien vimos, que ella y no otra alguna era la que había de dar medio á todas aquellas dificultades. Después que quedamos en esto, dijo el renegado que no tuviésemos pena, que él perdería la vida ó nos pondría en libertad. Cuatro días estuvo el baño con gente, que fué ocasión que cuatro días tardase en aparecer la caña, al cabo de los cuales en la acostumbrada soledad del baño pareció con el lienzo tan preñado, que un felicísimo parto prometía. Inclinóse á mí la caña y el lienzo, hallé en él otro papel y cien escudos de oro sin otra moneda alguna. Estaba allí el renegado, dímosle á leer el papel dentro de nuestro rancho, el cual dijo que así decía:

«Yo no sé, mi señor, cómo dar órdenes que nos »>vamos á España, ni Lela Marién me lo ha dicho, »aunque yo se lo he preguntado: lo que se podrá »hacer es, que yo os daré por esta ventana mu»chísimos dineros de oro; y rescataos vos con »>ellos y vuestros amigos, y vaya uno en tierra de »>cristianos, y compre allá una barca, y vuelva »por los demás; y mí me hallará en el jardín »de mi padre, que está á la puerta de Babazón, »junto á la marina, donde tengo de estar todo este »>verano con mi padre y con mis criados: de allí »de noche me podéis sacar sin miedo, y llevarme »á la barca. Y mira que has de ser mi marido, >porque si no, yo pediré á Marién que te castigue.

»Si no te fías de nadie que vaya por la barca, »rescátate tú y vé, que yo sé que volverás mejor >que otro, pues eres caballero y cristiano. Procura »saber el jardín, y cuando te pasees por ahí, sabré