Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/65

Esta página no ha sido corregida
— 61 —

que era reducirse al gremio de la santa Iglesia su madre, de quien como miembro podrido estaba dividido y apartado por su ignorancia y pecado.

Con tantas lágrimas y con muestras de tanto arrepentimiento dijo esto el renegado, que todos de un mismo parecer consentimos y venimos en declararle la verdad del caso, y así le dimos cuenta de todo, sin encubrirle nada. Mostrámosle la ventanilla por donde parecía la caña, y él marcó desde allí la casa, y quedó de tener especial y gran cuidado de informarse quien en ella vivía. Acordamos ansimismo que sería bien responder al billete de la mora, y como teníamos quien lo supiese hacer, luego al momento el renegado escribió las razones que yo le fuí notando, que puntualmente fueron las que diré, porque de todos los puntos sustanciales que en este suceso me acontecieron, ninguno se me ha ido de la memoria, ni aun se me irá en tanto que tuviere vida. En efeto, lo que á la mora se le respondió fué esto:

«El verdadero Alá te guarde, señora mía, y »aquella bendita Marién, que es la verdadera ma»dre de Dios, y es la que te ha puesto en el »corazón que te vayas á tierra de cristianos, por»que te quiere bien. Ruégale tú que se sirva de »darte á entender cómo podrás poner en obra lo »que ella te manda, que ella es tan buena que sí »hará. De mi parte y de la de todos estos cris»tianos que están conmigo te ofrezco de hacer »por ti todo lo que pudiéramos hasta morir. No »dejes de escribirme y avisarme lo que pensares »hacer, que yo te responderé siempre que el »grande Alá nos ha dado un cristiano cautivo que »sabe hablar y escribir tu lengua, tan bien como »lo verás por este papel. Así que, sin tener miedo