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»sé yo como vaya: muchos cristianos he visto por »esta ventana, y ninguno me ha parecido caba»llero sino tú. Yo soy muy hermosa y muchacha, »y tengo muchos dineros que llevar conmigo: mi»ra tú si puedes hacer como nos vamos, y serás »allá mi marido, si quisieres, y si no quisieres, no »se me dará nada, que Lela Marién me dará »con quien me case. Yo escribí esto, mira á quien »lo das á leer, no te fíes de ningún moro, porque »son todos marfuces. Desto tengo mucha pena, »que quisiera que no te descubrieras á nadie, por»que si mi padre lo sabe, me echará luego en un »pozo, y me cubrirá de piedras. En la caña pon»dré un hilo, ata allí la respuesta, y si no tienes »quien te escriba arábigo, dímelo por señas, que »Lela Marién hará que te entienda. Ella y Alá »te guarden, y esa cruz que yo beso muchas ve»ces, que así me lo mandó la cautiva.» Mirad, señores, si era razón que las razones deste papel nos admirasen y alegrasen; y así lo uno y lo otro fué de manera, que el renegado entendió que no acaso se había hallado aquel papel, sino que realmente á alguno de nosotros se había escrito; y así nos rogó, que si era verdad lo que sospechaba, que nos fiásemos dél, y se lo dijésemos, que él aventuraría su vida por nuestra libertad. Y diciendo esto, sacó del pecho un crucifijo de metal, y con muchas lágrimas juró por el Dios que aquella imagen representaba, en quien él, aunque pecador y malo, bien y fielmente creía, de guardarnos lealtad y secreto en todo cuanto quisiésemos descubrirle, porque le parecía y casi adevinaba que por medio de aquella que aquel papel había escrito, había él y todos nosotros de tener libertad, y verse él en lo que tanto deseaba,