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señor don Juan se volvió. En este viaje se tomó la galera que se llamaba la «Presa,» de quien era capitán un hijo de aquel famoso cosario Barbarroja. Tomóla la capitana de Nápoles, llamada la «Loba,» regida por aquel rayo de la guerra, por el padre de los soldados, por aquel venturoso y jamás vencido capitán don Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz; y no quiero dejar de decir lo que sucedió en la presa de la «Presa.» Era tan cruel el hijo de Barbarroja, y trataba tan mal á sus cautivos, que así como los que venían al remo vieron que la galera «Loba» les iba entrando y que los alcanzaba, soltaron todos á un tiempo los remos, y asieron de su capitán, que estaba sobre el estanterol gritando que bogasen apriesa, pasándole de banco en banco, de popa á proa, dieron tantos bocados, que á poco más que pasó del árbol, ya había pasado su ánima al infierno: tal era, como he dicho, la crueldad con que los trataba, y el odio que ellos le tenían. Volvimos á Constantinopla, y el año siguiente, que fué el de setenta y tres, se supo en ella como el sefior don Juan había ganado á Túnez, y quitado aquel reino á los turcos y puesto en posesión dél á Muley Hamet, cortando las esperanzas que de volver á reinar en él tenía Muley Hamida, el moro más cruel y más valiente que tuvo el mundo.

Sintió mucho esta pérdida el Gran Turco, y usando de la sagacidad que todos los de su casa tienen, hizo paz con los venecianos, que mucho más que él la deseaban, y al año siguiente de setenta y cuatro acometió á la Goleta, y el fuerte que junto á Túnez había dejado medio levantado el señor don Juan. En todos estos trances andaba yo al remo, y sin esperanza de libertad y Yle 2002