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<—454con más diligencia que la que ese macho ha menester.

—No me puedo detener, señor, respondió el hombre, porque las armas que veis que aquí llevo han de servir mañana, y así me es forzoso el no detenerme, y adiós. Pero si quisiéredes saber para qué las llevo, en la venta que está más arriba de la ermita pienso alojar esta noche; y si es que hacéis este mesmo camino, allí me hallaréis, donde os contaré maravillas, y adiós otra vez; y de tal manera aguijó el macho, que no tuvo lugar don Quijote de preguntarle qué maravillas eran las que pensaba decirles; y como él era algo curioso, y siempre le fatigaban deseos de saber cosas nuevas, ordenó que al momento se partiesen y fuesen á pasar la noche en la venta, sin tocar en la ermita, donde quisiera el primo que se quedaran. Hízose así, subieron á caballo, y siguieron todos tres el derecho camino de la venta, á la cual llegaron un poco antes de anochecer. Dijo el primo á don Quijote que llegasen á la ermita á beber un trago. Apenas oyó esto Sancho Panza, cuando encaminó el rucio á ella, y lo mismo hicieron don Quijote y el primo; pero la mala suerte de Sancho parece que ordenó que el ermitaño no estuviese en casa, que así se lo dijo una sotaermitaño que en la ermita hallaron. Pidiéronle de lo caro. Respondió que su señor no lo tenía; pero si querían agua barata, que se la daría de muy buena gana.

—Si yo la tuviera de agua, respondió Sancho, pozos hay en el camino, donde la hubiera satisfecho. Ah bodas de Camacho y abundancia de la casa de don Diego, y cuántas veces os tengo de echar menos 1