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que mire bien y especule con cien ojos lo que hay allá dentro, quizá habrá cosas que las ponga yo en el libro de mis transformaciones.

—En manos está el pandero que le sabrán bien tañer, respondió Sancho Panza.

Dicho esto, y acabada la ligadura de don Quijote (que no fué sobre el arnés sino sobre el jubón de armar), dijo don Quijote :

—Inadvertidos hemos andado en no habernos proveído de algún esquilón pequeño, que fuera atado junto á mí en esta misma soga, con cuyo sonido se entendiera que todavía bajaba y estaba vivo; pero pues ya no es posible, á la mano de Dios que me guíe; y luego se hincó de rodillas, y hizo una oración en voz baja al cielo pidiendo á Dios le ayudase y le diese buen suceso en aquella al parecer peligrosa y nueva aventur y en voz alta dijo luego: ¡Oh señora de mis acciones y movimientos, clarísima y sin par Dulcinea del Toboso !

si es posible que lleguen á tus oídos las plegarias y rogaciones deste tu venturoso amante, por tu inaudita belleza te ruego las escuches, que no son otras que rogarte no me niegues tu favor y amparo ahora que tanto le he menester. Yo voy á despefarme, á empozarme y á hundirme en el abismo que aquí se me representa, sólo porque conozca el mundo que si tú me favoreces, no habrá imposible á quien yo no acometa y acabe; y en diciendo esto, se acercó á la sima, vió no ser posible descolgarse ni hacer lugar á la entrada si no era & fuerza de brazos ó á cuchilladas, y así poniendo mano á la espada comenzó á derribar y á cortar de aquellas malezas que á la boca de la cueva estaban, por cuDON QUIJOTE .— TOMO II

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