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morbo gálico, y yo lo declaro al pie de la letra, y lo autorizo con más de veinticinco autores, porque vea vuesa merced si he trabajado bien, y si ha de ser útil el tal libro á todo el mundo.

Sancho, que había estado muy atento á la narración del primo, le dijo:

—Dígame, señor, así Dios le dé buena mano derecha en la impresión de sus libros, ¿sabríame decir, que sí sabrá, pues todo lo sabe, quién fué el primero que se rascó en la cabeza? que yo para mí tengo que debió de ser nuestro padre Adán." —Sí sería, respondió el primo, porque Adán ne hay duda sino que tuvo cabeza y cabellos; y siendo esto así, y siendo el primer hombre del mundo, alguna vez se rascaría.

—Así lo creo yo, respondió Sancho; pero dígame ahora, ¿quién fué el primer volteador del mundo?

—En verdad, hermano, respondió el primo, que no me sabré determinar por ahora hasta que lo estudie; yo lo estudiaré en volviendo á donde tengo mis libros, y yo os satisfaré cuando otra vez nos veamos, que no ha de ser esta la postrera.

—Pues mire, señor, replicó Sancho, no tome trabajo en esto, que ahora he caído en la cuenta de lo que le he preguntado: sepa que el primer volteador del mundo fué Lucifer cuando le echaron ó arrojaron del cielo, que vino volteando hasta los abismos.

—Tenéis razón, amigo, dijo el primo; y dijo don Quijote:

—Esa pregunta y respuesta no es tuya, Sancho ; á alguno la has oído decir.

—Calle, señor, replicó Sancho, que á buena fe que si me doy á preguntar y á responder, que no acabe de aquí á mañana. Sí; que para preguntar.