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Tan mala es tu Teresa, Sancho? dijo don Quijote.

—No es muy mala, respondió Sancho; pero no es muy buena, á lo menos no es tan buena como yo quisiera.

—Mal haces, Sancho, dijo don Quijote, en decir mal de tu mujer, que en efecto es madre de tus hijos.

—No nos debemos nada, respondió Sancho, que también ella dice mal de mí cuando se le antoja, especialmente cuando está celosa, que entonces súfrala el mismo Satanás.

Finalmente, tres días estuvieron con los novios, donde fueron regalados y servidos como cuerpos de rey. Pidió don Quijote al diestro licenciado le diese una guía que le encaminase á la cueva de Montesinos, porque tenía gran deseo de entrar en ella, y ver á ojos vistas si eran verdaderas las maravillas que della se decían por todos aquellos contornos. El licenciado le dijo que le daría á un primo suyo, famoso estudiante y muy aficionado á leer libros de caballerías, el cual con mucha voluntad le pondría á la boca de la misma cueva, y le enseñaría las lagunas de Ruidera, famosas asimismo en toda la Mancha y aun en toda España: y díjole que llevaría con él gustoso entretenimiento, á causa que era mozo que sabía hacer libros para imprimir y para dirigirlos á príncipes. Finalmente, el primo vino con una pollina preñada, cuya albarda cubría un gayado tapete ó arpillera. Ensilló Sancho á Rocinante y aderezó al rucio, proveyó sus alforjas, á las cuales acompañaron las del primo asimismo bien proveídas, y encomendándose á Dios y despidiéndose de todos, se pusieron en camino tomando la derrota de la famosa cueva de