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<—37vivos con tres letras de guarismo. Todo esto es al revés en los letrados, porque de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse: así que aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. Pero á esto se puede responder, que es más fácil premiar á dos mil letrados que á treinta mil soldados, porque á aquellos se premia con darles oficios, que por fuerza se han de dar á los de su profesión, y á estos no se puede premiar sino con la misma hacienda del señor, á quien sirven, y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo. Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos á la preeminencia de las armas contra las letras: materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega; y entre las que he dicho, dicen las letras, que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta á ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son las letras y letrados. A esto responden las armas, que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despojan los mares de corsarios; y finalmente si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y á la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus privilegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta, se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno á ser eminente en letras, le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, va-