Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/402

Esta página no ha sido corregida
— 398 —

risdicción á los padres de casar sus hijos con quien y cuando deben: y si á la voluntad de las hijas quedase escoger los maridos, tal habría que escogiese al criado de su padre, y tal que vió pasar por la calle, á su parecer bizarro y entonado, aunque fuese un desbaratado espadachín: que el amor y la afición con facilidad ciegan los ojos del entendimiento, tan necesarios para escoger estado; y el del matrimonio está muy á peligro de errarse, y es menester gran tiento y particular favor del cielo para acertarlo. Quiere hacer uno un viaje largo, y si es prudente, antes, de ponerse en camino busca alguna compañía segura y apacible con quien acompañarse: ¿pues por qué no hará lo mismo el que ha de caminar toda la vida hasta el paradero de la muerte, y más si la compañía le ha de acompañar en la cama, en la mesa, y en todas partes, como es la de la mujer con su marido? La de la propia mujer no es mercaduría que una vez comprada se vuelve, ó se trueca ó cambia, porque es accidente inseparable, que dura lo que dura la vida, es un lazo, que si una vez le echáis al cuello, se vuelve en el nudo gordiano, que si no le corta la guadaña de la muerte, no hay posible desatarle. Muchas más cosas pudiera decir en esta materia, si no estorbara el deseo que tengo de saber si le queda más que decir al señor licenciado acerca de la historia de Basilio.

A lo que respondió el estudiante, bachiller ó licenciado, como le llamó don Quijote:

—De todo no me queda más que decir sino que desde el punto que Basilio supo que la hermosa Quiteria se casaba con Camacho el rico, nun-