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—Viven los cielos donde más altos están, mancebo generoso, que sois el mejor poeta del orbe, y que merecéis estar laureado, no por Chipre ni por Gaeta, como dijo un poeta, que Dios perdone, sino por las academias de Atenas, si hoy vivieran, y por las que hoy viven de París, Bolonia, y Salamanca; plega al cielo que los jueces que os quitaren el premio primero, Febo los asaetee, y las musas jamás atraviesen los umbrales de sus casas. Decidme, señor, si sois servido, algunos ver sos mayores, que quiero tomar de todo en todo pulso á vuestro admirable ingenio.

¿No es bueno que dicen que se holgó don Lorenzo de verse alabar de don Quijote, aunque le te nía por loco? ¡Oh fuerza de la adulación, á cuánto, te extiendes, y cuán dilatados límites son los de tu jurisdicción agradable! Esta verdad acreditó don Lorenzo, pues condescendió con la demanda y deseo de don Quijote, diciéndole este soneto á la fábula ó historia de Píramo y Tisbe :

SONETO

El muro rompe la doncella hermosa que de Píramo abrió el gallardo pecho; parte el amor de Chipre, y va derecho á ver la quiebra estrecha y prodigiosa.

Habla el silencio allí porque no osa la voz entrar por tan estrecho estrecho; las almas sí, que amor suele de hecho facilitar la más difícil cosa.