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No sé que ciencia sea esa, replicó don Lorenzo, y hasta ahora no ha llegado á mi noticia.

—Es una ciencia, replicó don Quijote, que encierra en sí todas ó las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito, y saber las leyes de la justicia distributiva y comutativa, para dar á cada uno lo que es suyo y lo que le conviene; ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adonde quiera que le fuere pedido: ha de ser médico, y principalmente herbolario para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas; que no ha de andar el caballero andante á cada triquete buscando quien se las cure :

ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche, y en qué parte y en qué clima del mundo se halla: ha de saber las matemáticas, porque á cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas; y dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, descendiendo á otras menudencias, digo que ha de saber nadar, como dicen que nadaba el peje Nicolás ó Nicolao: ha de saber herrar un caballo, y aderezar la silla y el freno; y volviendo á lo de arriba, ha de guardar la fe á Dios y á su dama: ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos, y finalmente mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla. De todas estas grandes y mínimas partes se compone un buen caballero andante, porque vea vuesa merced, señor don Lorenzo, si es ciencia mocosa la que aprende el Fer