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los calderos hay alguna diferencia) se lavó la cabeza y rostro, y todavía se quedó el agua de color de suero, merced á la golosina de Sancho y á la compra de sus negros requesones, que tan blanco pusieron á su amo. Con los referidos atavíos y con gentil donaire y gallardía salió don Quijote á otra sala donde el estudiante le estaba esperando para entretenerle en tanto que en las mesas se ponían, que por la venida de tan noble huésped quería la señora doña Cristina mostrar que sabíay podía regalar á los que á su casa llegasen. En tanto que don Quijote se estuvo desarmando, tuvo lugar don Lorenzo (que así se llamaba el hijo de don Diego) de decir á su padre:

—¿Quién diremos, señor, que es este caballero que vuesa merced nos ha traído á casa? que el nombre, la figura y el decir que es caballero andante á mí y á mi madre nos tiene suspensos.

—No sé lo que te diga, hijo, respondió don Diego: sólo te sabré decir que le he visto hacer cosas del mayor loco del mundo, y decir razones tan discretas, que borran y deshacen sus hechos: háblale tú, y toma el pulso á lo que sabe, y pues eres discreto, juzga de su discreción ó tontería lo que más en razón estuviere, aunque para decir verdad, antes le tengo por loco que por cuerdo.

Con esto se fué don Lorenzo á entretener á don Quijote, como queda dicho, y entre otras pláticas que los dos pasaron, dijo don Quijote á don Lorenzo :

—El señor don Diego de Miranda, padre de vuesa merced, me ha dado noticia de la rara habili dad y sutil ingenio que vuesa merced tiene, y sobre todo que es vuesa merced un gran poeta.;