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CAPITULO XVII

Donde se declara el último punto y extremo donde llegó y pudo llegar el inaudito ánimo de don Quijote, con la felicemente acabada aventura de los leones.

Cuenta la historia, que cuando don Quijote daba voces á Sancho que le trujese el yelmo, estaba él comprando unos requesones que los pastores le vendían, y acosado de la mucha priesa de su amo, no supo qué hacer dellos ni en qué traerlos, y por no perderlos, que los tenía pagados, acordó de echarlos en la celada de su señor, y con este buen recado volvió á ver lo que le quería, el cual en llegando le dijo:

—Dame, amigo, esa celada, que yo sé poco de aventuras, ó lo que allí descubro es alguna que me ha de necesitar, y me necesita á tomar mis armas.

El del Verde Gabán, que esto oyó, tendió la vista por todas partes, y no descubrió otra cosa que un carro que hacia ellos venía con dos ó tres banderas