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362ser algún mentecato, y aguardaba que con otros lo confirmase; pero antes que se divirtiesen en otros razonamientos, don Quijote le rogó le dijese quién era, pues él le había dado parte de su condición y de su vida. A lo que respondió el del Verde Gabán:

—Yo, señor caballero de la Triste Figura, soy un hidalgo natural de un lugar donde iremos á comer hoy, si Dios fuere servido; soy más que medianamente rico, y es mi nombre don Diego de Miranda paso la vida con mi mujer y con mis hijos y con mis amigos: mis ejercicios son el de la caza y pesca: pero no mantengo ni halcón ni galgos, sino algún perdigón manso ó algún hurón atrevido: tengo hasta seis docenas de libros, cuáles de romance y cuáles de latín, de historia algunos, y de devoción otros: los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis puertas: hojeo más los que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje, y admiren y suspendan con la invención, puesto que destos hay muy pocos en España. Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido: son mis convites limpios y aseados, y no nada escasos: ni gusto de murmurar, ni consiento que delante de mí se murmure: no escudriño las vidas ajenas, ni soy lince de los hechos de los otros; oigo misa cada día, reparto de mis bienes con los pobres, sin hacer alarde de las buenas obras por no dar entrada en mi corazón á la hipocresía y vanagloria, enemigos que blandamente se apoderan del corazón más recatado: procuro poner en paz los que sé que están desavenidos. Soy devoto de nuestra Señora, y confío siempre en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor.