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Dulcinea del Toboso en una aldeana soez y baja, y desta manera habrán trasformado á don Quijote: y si todo esto no basta para enteraros en esta verdad que digo, aquí está el mismo don Quijote, que la sustentará con sus armas, á pie ó á caballo, y de cualquier suerte que os agradare: y diciendo esto se levantó en pie, y se empuñó en la espada esperando qué resolución tomaría el caballero del Bosque, el cual con voz asimismo sosegada respondió y dijo:

bien —Al buen pagador no le duelen prendas; el que una vez señor don Quijote, pudo venceros trasformado, bien podrá tener esperanza de rendiros en vuestro propio sér; mas porque no los caballeros hagan sus fechos de como los salteadores y rufianes, día para que el sol vea nuestras obras; y ha de ser condición de nuestra batalla, que el vencido ha de quedar á la voluntad del vencedor para que haga dél todo lo que quisiere, con tal que sea decente á caballero lo que se le ordenareque armas ascuras esperemos el —Soy más que contento desa condición y conveniencia, respondió don Quijote; y en diciendo esto se fueron donde estaban sus escuderos, y los hallaron roncando y en la misma forma que estaban cuando les salteó el sueño.

Despertáronles, y mandáronles que tuviesen á punto los caballos, porque en saliendo el sol habían de hacer los dos una sangrienta, singular y desigual batalla, á cuyas nuevas quedó Sancho atónito y pasmado, temeroso de la salud de su amo por las valentías que había oído decir del suyo al escudero del Bosque; pero sin hablar palabra se fueron los escuderos á buscar su ganado, que ya todos tres caballos y el rucio se habían oli-