Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/340

Esta página no ha sido corregida
— 336 —

de allí á un poco con una gran bota de vino y una empanada de media vara, no es encarecimiento, porque era de un conejo albar, tan grande, que Sancho al tocarla entendió ser de algún cabrón, no que de cabrito, lo cual visto por Sancho, dijo:

Y esto trae vuesa merced consigo, señor?

—Pues ¿qué se pensaba, respondió el otro, soy yo por ventura algún escudero de agua y lana?

Mejor repuesto traigo yo en las ancas de mi caballo, que lleva consigo cuando va de camino un general.

—Comió Sancho sin hacerse de rogar, y tragaba á escuras bocados de nudos de suelta, y dijo:

—Vuesa merced sí que es escudero fiel y legal, moliente y corriente, magnífico y grande, como lo muestra este banquete, que si no ha venido aquí por arte de encantamento, parécelo á lo menos, y no como yo, mezquino y malaventurado, que sólo traigo en mis alforjas un poco de queso tan duro que pueden descalabrar con ello á un gigante, á quien hacen compañía cuatro docenas de algarrobas y otras tantas de avellanas y nueces, mercedes á la estrecheza de mi dueño, y á la opinión que tiene y orden que guarda de que los caballeros andantes no se han de mantener y sustentar sino con frutas secas y con la hierba del campo.

—Por mi fe, hermano, replicó el del Bosque, que yo no tengo hecho el estómago á tagarinas ni á piruétanos ni á raíces de los montes: allá se lo hayan con sus opiniones y leyes caballerescas nuestros amos, y coman lo que ellos mandaren:

fiambreras traigo, y esta bota colgando del arzón de la silla por sí ó por 10, y es tan devota mía, y quiérola tanto, que pocos ratos se pasan sin que la dé mil besos y mil abrazos; y diciendo esto se