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332sonas discretas, aunque á mi parecer mal intencionadas, que procurase ser arzobispo; pero él no quiso sino ser emperador, y yo estaba entonces temblando si le venía en voluntad de ser de la Iglesia, por no hallarme suficiente de tener beneficios por ella, porque le hago saber á vuesa merced, que aunque parezco hombre, soy una bestia para ser de la Iglesia.

—Pues en verdad que lo yerra vuesa merced, dijo el del Bosque, á causa que los gobiernos insulanos no son todos de buena data: algunos hay torcidos, algunos pobres, algunos malencónicos, y finalmente el más erguido y bien dispuesto trae consigo una pesada carga de pensamientos y de incomodidades, que pone sobre sus hombros el desdichado que le cupo en suerte. Harto mejor sería que los que profesamos esta maldita servidumbre nos retirásemos á nuestras casas, y allí nos entretuviésemos en ejercicios más suaves, como si dijésemos cazando ó pescando; que ¿qué escudero hay tan pobre en el mundo á quien le falte un rocín y un par de galgos y una caña de pescar con que entretenerse en su aldea?

A mí no me falta nada deso, respondió Sancho; verdad es que no tengo rocín pero tengo un asno que vale dos veces más que el caballo de mi amo: mala pascua me dé Dios, y sea la primera que viniere, si le trocara por él aunque me diesen cuatro fanegas de cebada encima: á burla tendrá vuesa merced el valor de mi rucio, que rucio es el color de mi jumento; pues galgos no me habían de faltar habiéndolos sobrados en mi pueblo, y más que entonces es la caza más gustosa cuando se hace á costa ajena.

—Real y verdaderamente, respondió el del