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sea, dijo don Quijote, y escuchémosle que por el hilo sacaremos el ovillo de sus pensamientos, si es que canta, que de la abundancia del corazón habla la lengua.

Replicar quería Sancho á su amo, pero la voz del caballero del Bosque, que no era muy mala ni muy buena, lo estorbó; y estando los dos atentos oyeron que lo que cantó fué este SONETO

Dadme, señora, un término que siga, conforme á vuestra voluntad cortado, que será de la mia así estimado, que por jamás un punto dél desdiga.

Si gustáis que callando mi fatiga muera, contadme ya por acabado; si queréis que os la cuente en desusado modo; haré que el mesmo amor la digay A prueba de contrarios estoy hecho de blanda cera y de diamante duro, á las leyes de amor el alma ajusto.

Blando cual es, ó fuerte, ofrezco el pecho :) entallad, ó imprimid lo que os dé gusto, que de guardarlo eternamente juro.

Con un ay, arrancado al parecer de lo íntimo de su corazón, dió fin á su canto el caballero del Bosque, y de allí á un poco con voz doliente y lastimada dijo:

Oh la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¡Cómo qué! ¿será posible, serenísima Casildea de Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en continuas pere-