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dejaba ó no les compelía el hambre á buscar sustento. Digo que dicen, que dejó el autor escrito que los había comparado en la amistad á la que tuvieron Niso y Euríalo, y Pílades y Orestes:

y si esto es así, se podía echar de ver, (para universal admiración) cuán firme debió ser la amistad destos dos pacíficos animales, y para confusión de los hombres que tan mal saben guardarse amistad los unos á los otros. Por esto se dijo:

L No hay amigo para amigo:

las cañas se vuelven lanzas, y el otro que cantó:

De amigo á amigo la chinche, etc.

Y no le parezca á alguno que anduvo el autor algo fuera de camino en haber comparado la amistad destos animales á la de los hombres:

que de las bestias han recibido muchos advertimientos los hombres y aprendido muchas cosas de importancia, como son de las cigüeñas el cristel, de los perros el vómito y el agradecimiento, de las grullas la vigilancia, de las hormigas la providencia, de los elefantes la honestidad, y la lealtad del caballo. Finalmente Sancho se quedó dormido al pie de un alcornoque, y don Quijote dormitando al de una robusta encina; pero poco espacio de tiempo había pasado cuando le despertó un ruido que sintió á sus espaldas, y levantándose con sobresalto se puso á mirar y escuchar de donde el ruido procedía, y vió que eran dos hombres á caballo, y que el uno dejándose derribar de la silla dijo al otro: