Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/308

Esta página no ha sido corregida
— 304 —

tocinos no hay estacas, y también se dice donde no piensa salta la liebre: dígolo, porque si esta noche no hallamos los palacios ó alcázares de mi señora, ahora que es de día los pienso hallar cuando menos lo piense, y hallados déjenme á mí con ella.

1 Por cierto, Sancho, dijo don Quijote, que siempre traes tus refranes tan á pelo de lo que tratamos, cuanto me dé Dios mejor ventura en lo que deseo.

Esto dicho, volvió Sancho las espaldas y vareó su rucio, y don Quijote se quedó á caballo descansando sobre los estribos y sobre el arrimo de su lanza, lleno de tristes y confusas imaginaciones, donde le dejaremos yéndonos con Sancho Panza, que no menos confuso y pensativo se apartó de su señor que él quedaba, y tanto, que apenas hubo salido del bosque, cuando volviendo la cabeza, y viendo que don Quijote no parecía, 'se apeó del jumento, y sentándose al pie de un árbol comenzó á hablar consigo mismo, y á decirse: Sepamos ahora, Sancho hermano, adónde va vuesa merced.

¿Va á buscar algún jumento que se haya perdido?

No por cierto. ¿Pues qué va á buscar? Voy á buscar, como quien no dice nada, á una princesa, yen ella al sol de la hermosura y á todo el cielo junto. ¿Y á dónde pensáis hallar eso que decís, Sancho? ¿Adónde? en la gran ciudad del Toboso. Y bien, ¿y de parte de quién la váis á buscar? De parte del famoso caballero don Quijote de la Mancha, que desface los tuertos, y da de comer al que ha sed, y de beber al que ha hambre. Todo eso está muy bien. Y sabéis su casa, Sancho? Mi amo ¿ dice que han de ser unos reales palacios, ó unos soberbios alcázares. Y habéisla visto algún día