Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/300

Esta página no ha sido corregida
— 296 —

religión es la caballería, caballeros santos hay en la gloria.

—Sí, respondió Sancho; pero yo he oído decir que hay más frailes en el cielo, que caballeros andantes.

—Eso es, respondió don Quijote, porque es mayor el número de los religiosos que el de los caballeros.

—Muchos son los andantes, dijo Sancho.

—Muchos, respondió don Quijote, pero pocos los que merecen nombre de caballeros.

En estas y otras semejantes pláticas se les pasó aquella noche y el día siguiente sin acontecerles cosa que de contar fuese, de que no poco le pesó á don Quijote. En fin, otro día al anochecer descubrieron la gran ciudad del Toboso con cuya vista se le alegraron los espíritus á don Quijote, y se le entristecieron á Sancho, porque no sabía la casa de Dulcinea, ni en su vida la había visto, como no la había visto su señor; de modo que el uno por verla, y el otro por no haberla visto, estaban alborotados, y no imaginaba Sancho qué había de hacer cuando su dueño le enviase al Toboso. Finalmente, ordenó don Quijote entrar en la ciudad entrada la noche, y en tanto que la hora se llegaba se quedaron entre unas encinas que cerca del Toboso estaban, y llegado el determinado punto entraron en la ciudad, donde les sucedió cosas que á cosas llegan.