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ñorazos tienen delante de sí lámparas de plata, ó están adornadas las paredes de sus capillas de muletas, de mortajas, de cabelleras, de piernas y de ojos de cera? y si desto no, ¿de qué están adornadas?

1 A lo que respondió don Quijote :

—Los sepulcros de los gentiles fueron por la mayor parte suntuosos templos: las cenizas del cuerpo de Julio César se pusieron sobre una pirámide de piedra de desmesurada grandeza, á quien hoy llaman en Roma la Aguja de San Pedro. Al emperador Adriano le sirvió de sepultura un castillo tan grande como una buena aldea, á quien llamaron Moles Adriani, que agora es el castillo de Santángel en Roma. La reina Artemisa sepultó á su marido Mausoleo en un sepulcro que se tuvo por una de las siete maravillas del mundo; pero ninguna destas sepulturas ni otras muchas que tuvieron los gentiles se adornaron con mortajas, ni con otras ofrendas y señales que mostrasen ser santos los que en ellas estaban sepultados.

—A eso voy, replicó Sancho; y dígame agora, ¿cuál es más, resucitar á un muerto, ó matar á un gigante?

—La respuesta está en la mano, respondió don Quijote; más es resucitar á un muerto.

—Cogido le tengo, dijo Sancho; luego la fama del que resucita muertos, da vista á los ciegos, endereza á los cojos y da salud á los enfermos, y delante de sus sepulturas arden lámparas, y están llenas sus capillas de gentes devotas que de rodillas adoran sus reliquias, mejor fama será para este y para el otro siglo que la que dejaron y dejaren cuantos emperadores gentiles y caballeros andantes ha habido en el mundo.