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<—284nación precisa de las esferas, que el señor don' Quijote vuelva á ejecutar sus altos y nuevos pensamientos: y yo encargaría mucho mi conciencia si no intimase y persuadiese á este caballero que no tenga más tiempo encogida y detenida la fuerza de su valeroso brazo y la bondad de su ánimo valentísimo, porque defrauda con su tardanza el derecho de los tuertos, el amparo de los huérfanos, la honra de las doncellas, el favor de las viudas y el arrimo de las casadas, y otras cosas deste jaez, que tocan, atañen, dependen y son anejas á la orden de la caballería andante. Ea, señor don Quijote mío, hermoso y bravo, antes hoy que mañana se ponga vuesa merced y su grandeza en camino; y si alguna cosa faltare para ponerle en ejecución, aquí estoy yo para suplirla con mi persona y hacienda; y si fuere necesidad servir á su magnificencia de escudero, lo tendré á felicísima ventura.

A esta sazón dijo don Quijote volviéndose á Sancho:

—No te dije yo, Sancho, que me habían de sobrar escuderos? Mira quién se ofrece á serlo, sino el inaudito bachiller Sansón Carrasco, perpetuo trástulo y regocijador de los patios de las escuelas salmaticenses, sano de su persona, ágil de sus miembros, callado, sufridor así del calor como del frío, así de la hambre como de la sed, con todas aquellas partes que se requieren para ser escudero de un caballero andante; pero no permita el cielo que por seguir mi gusto desjarrete y quiebre la coluna de las letras y el vaso de las ciencias, y tronque la palma eminente de las buenas y liberales artes. Quédese el nuevo Sansón en su patria y honrándole honre juntamente las canas de sus ancianos padres, que yo con cualquier escudero estaré