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ra muerta y enterrada á Sanchica. Sancho la consoló diciéndole, que ya que la hubiese de hacer condesa, la haría todo lo más tarde que ser pudiese. Con esto se acabó su plática, y Sancho volvió á ver á don Quijote, para dar orden en su partida.

CAPITULO VI

De lo que pasó á don Quijote con su sobrina y con su ama, y es uno de los importantes capitulos de toda la historia.

En tanto que Sancho Panza y su mujer Teresa Cascajo pasaron la impertinente referida plática, no estaban ociosas la sobrina y el ama de don Quijote, que por mil señales iban coligiendo que su tío y señor quería desgarrarse la vez tercera, y volver al ejercicio de su, para ellas, mal andante caballería. Procuraban por todas las vías posibles apartarle de tan mal pensamiento; pero todo era predicar en desierto y majar en hierro frío. Con todo esto, entre otras muchas razones que con él pasaron, le dijo el ama :

—En verdad, señor mío, que si vuesa merced no afirma el pie llano, y se está quedo en su casa, y se deja de andar por los montes y por los valles como ánima en pena, buscando esas que dicen que se llaman aventuras, á quien yo llamo desdichas, que me tengo de quejar en voz y en grita á Dios y al Rey, que ponga remedio en ello.

A lo que respondió don Quijote :

—Ama, lo que Dios responderá á tus quejas yo