Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/231

Esta página no ha sido corregida
— 227 —

de no tocarle en ningún punto de la andante caballería para no ponerse á peligro de descoser los de la herida que tan tiernos estaban. Visitáronle en fin, y halláronle sentado en la cama, vestida una almilla de bayeta verde, con un bonete colorado toledano, y estaba tan seco y amojamado, que no parecía sino hecho de carne momia. Fueron dél muy bien recibidos, preguntáronle por su salud, y él dió cuenta de sí y della con mucho juicio y con muy elegantes palabras. Y en el discurso de su plática vinieron á tratar en esto que llaman razón de estado y modos de gobierno, enmendando este abuso y condenando aquel, reformando una costumbre y desterrando otra, haciéndose cada uno de los tres un nuevo legislador, un Licurgo moderno ó un Solón flamante; y de tal manera renovaron la república, que no pareció sino que la habían puesto en una fragua y sacado otra de la que pusieron: y habló don Quijote con tanta discreción en todas las materias que se tocaron que los dos esaminadores creyeron indubitadamente que estaba del todo bueno y en su enterc juicio. Halláronse presentes á la plática la sobrina y el ama, y no se hartaban de dar gracias a Dios de ver á su señor con tan buen entendimiento; pero el cura mudando el propósito primero, que era no tocarle en cosas de caballerías, quiso hacer de todo en todo esperiencia si la sanidad de don Quijote era falsa ó verdadera, y así de lance en lance vino á contar algunas nuevas que habían venido de la corte, y entre otras dijo que se tenía por cierto que el turco bajaba con una poderosa armada, y que no se sabía su designio ni adónde debía descargar tan gran nublado, y con este temor, con que casi cada año nos toca arma, estaba