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pasaron, para hacer capaz al vicio que tocan de su áspera reprehension, y por ventura descubren caminos para seguirle, hasta entonces ignorados, con que vienen á quedar sino reprehensores á lo menos maestros dél. Hácense odiosos á los bien entendidos, con el pueblo pierden el crédito (si alguno tuvieron) para admitir sus escritos y los vicios que arrojada é imprudentemente quisieren corregir en muy peor estado que antes, que no todas las postemas á un mismo tiempo están dispuestas para admitir las recetas ó cauterios: antes algunas mucho mejor reciben las blandas y suaves medicinas, con cuya aplicacion el atentado y docto médico consigue el fin de resolverlas, término que muchas veces es mejor que no el que se alcanza con el rigor del hierro. Bien diferente han sentido de los escritos de Miguel Cervantes asi nuestra nacion como las estrañas, pues como á milagro desean ver el autor de libros que con general aplauso, asi por su decoro y decencia, como por la suavidad y blandura de sus discursos han recebido España, Francia, Italia, Alemania y Flandes. Certifico con verdad, que en veinte y cinco de febrero deste año de seiscientos y quince, habiendo ido el Ilustrisimo señor don Bernardo de Sandoval y Rojas, cardenal, arzobispo de Toledo, mi señor, á pagar la visita que á su Ilustrisima hizo el Embajador de Francia, que vino á tratar cosas tocantes á los casamientos de sus principes y los de España, muchos caballeros franceses de los que vinieron acompañando al embajador, tan corteses como entendidos y amigos de buenas letras, se llegaron á mi y á otros capellanes del cardenal mi señor, deseosos de saber qué libros de ingenio andaban más validos, y tocando á caso en este, que yo