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es Dulcinea, reina del Toboso, de quien fué el gran Quijote aficionado.

Pisó por ella el uno y otro lado de la gran Sierra Negra, y el famoso campo de Montiel, hasta el herboso Ilano de Aranjuez, á pie y cansado:

culpa de Rocinante. ¡Oh, dura estrella!

Que esta manchega dama, y este invito andante caballero, en tiernos años, ella dejó muriendo de ser bella, y él, aunque queda en mármoles escrito, no pudo huir de amor, iras y engaños.

Del Caprichoso, discretisimo académico de la Argamasilla, en loor de Rocinante, caballo de don Quijote de la Mancha.

SONETO

En el soberbio tronco diamantino que con sangrientas plantas huella Marte, frenético el manchego su estandarte tremola con esfuerzo peregrino.

Cuelga las armas y el acero fino, con que destroza, asuela, raja y parte:

¡nuevas proezas ! pero inventa el arte un nuevo estilo al nuevo paladino.

Y si de su Amadís se precia Gaula, por cuyos bravos descendientes Grecia triunfó mil veces y su fama ensancha, hoy á Quijote le corona el aula do Belona preside, y dél se precia más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha.

Nunca sus glorias el olvido mancha, pues hasta Rocinante, en ser gallardo, excede á Brilladoro y á Bayardo.