Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/177

Esta página no ha sido corregida
— 173 —

nuevas sectas y de nuevo modo de vida, y como á quien da ocasión que el vulgo ignorante venga á creer y tener por verdaderas tantas necedades como contienen. Y aun tienen tanto atrevimiento, que se atreven á turbar los ingenios de los discretos y bien nacidos hidalgos, como se echa bien de ver por lo que con vuestra merced han hecho, pues le han traído á términos que sea forzoso encerrarle en una jaula, y traerle sobre un carro de bueyes, como quien trae ó lleva algún león ó algún tigre de lugar en lugar para ganar con él, dejando que le vean. Ea, señor don Quijote, duélase de sí mismo y redúzcase al gremio de la discreción y sepa usar de la mucha que el cielo fué servido de darle, empleando el felicísimo talento de su ingenio en otra letura que redunde en aprovechamiento de su conciencia y en aumento de su honra. Y si todavía llevado de su natural inclinación quisiere leer libros de hazañas y de caballerías, lea en la Sacra Escritura el de los Jueces, que allí hallará verdades grandiosas y hechos tan verdaderos como valientes. Un Viriato tuvo Lusitania, un César Roma, un Aníbal Cartago, un Alejandro Grecia, un conde Fernán González Castilla, un Cid Valencia, un Gonzálo Fernández Andalucía, un Diego García de Paredes Estremadura, un García Pérez de Vargas Jerez, un Garcilaso Toledo, un don Manuel de León Sevilla, cuya leción de sus valerosos hechos puede entretener, enseñar, deleitar y admirar á los más altos ingenios que los leyeren. Esta sí será letura digna del buen entendimiento de vuestra merced, señor don Quijote mío, de la cual saldrá erudito en la historia, enamorado de la virtud, enseñado en la bondad, mejorado en las costumbres, valiente