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famoso poeta destos reinos, las cuales fueron tales, que admiraron, alegraron y suspendieron á todos cuantos las oyeron, así simples como prudentes, así del vulgo como de los escogidos, y dieron más dineros á los representantes ellas tres solas que treinta de las mejores que después acá se han hecho? ¿Sin duda, respondió el autor que digo, que debe de decir vuetra merced por la «Isabela,» la «Filis» y la «Alejandra»? Por esas digo, le repliqué yo, y mirad si guardaban bien los precetos del arte, y sin por guardarlos dejaron de parecer lo que eran, y de agradar á todo el mundo: así que no está la falta en el vulgo, quepide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa. Sí que no fué disparate «La ingratitud vengada,» ni le tuvo la «Numancia,» ni se le halló en la del «Mercader amante,»> ni menos en «La enemiga favorable,» ni en otras algunas que de algunos entendidos poetas han sido compuestas para fama ó renombre suyo, y para ganancia de los que las han representado; y otras cosas añadí á estas con que á mi parecer le dejé algo confuso, pero no satisfecho ni convencido para sacarle de su errado pensamiento.

—En materia ha tocado vuestra merced, señor canónigo, dijo á esta sazón el cura, que ha despertado en mí un antiguo rencor que tengo con las comedias que ahora se usan, tal que iguala al que tengo con los libros de caballerías; porque habiendo de ser la comedia, según le parece á Tulio, el espejo de la vida humana, ejemplo de las costumbres, é imagen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates, ejemplos de necedades, é imágenes de lascivia.

DON QUIJOTE .—11 TOMO II

VOL . 316