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seguir su camino. En esto volvió el cura el rostro, y vió que á sus espaldas venían hasta seis ó siete hombres de á caballo, bien puestos y aderezados, de los cuales fueron presto alcanzados, porque caminaban no con la flema y reposo de los bueyes, sino como quien iba sobre sus mulas de canónigos con deseo de llegar presto á sestear á la venta, que menos de una legua de allí se parecía. Llegaron los diligentes á los perezosos, y saludáronse cortesmente: y uno de los que venían, que en resolución era canónigo de Toledo y señor de los demás que le acompañaban, viendo la concertada procesión del carro, cuadrilleros, Sancho, Rocinante, cura y barbero, y más á don Quijote enjaulado y aprisionado, no pudo dejar de preguntar qué significaba llevar aquel hombre de aquella manera, aunque ya se había dado á entender, viendo las insignias de los cuadrilleros, que debía de ser algún facinoroso salteador ó otro delincuente, cuyo castigo tocase á la Santa Hermandad. Uno de los cuadrilleros, á quien fué hecha la pregunta, respondió así:

—Señor, lo que significa ir este caballero desta manera, dígalo él, porque nosotros no lo sabemos.

Oyó don Quijote la plática y dijo:

Por dicha vuestras mercedes, señores caballeros, son versados y perictos en esto de la caballería andante? porque si lo son, comunicaré con ellos mis desgracias, y si no, no hay para que me canse en decirlas; y á este tiempo ya habían llegado el cura y el barbero, viendo que los caminantes estaban en pláticas con don Quijote de la Mancha, para responder de modo que no fuese descubierto su artificio.