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corta ventura el poderle yo dar la insula ó otra cosa equivalente que le tengo prometida, por lo menos su salario no podrá perderse, que en mi testamento, que ya está hecho, dejo declarado lo que se le ha de dar, no conforme á sus muchos y buenos servicios, sino á la posibilidad mía.

Sancho Panza se le inclinó con mucho comedimiento, y le besó entrambas las manos, porque la una no pudiera por estar atadas las dos. Luego tomaron la jaula en hombros aquellas visiones y la acomodaron en el carro de los bueyes.

CAPITULO XLVII

Del estraño modo con que fué encantado don Quijote de la Mancha, con otros famosos sucesos.

Cuando don Quijote se vió de aquella manera enjaulado y encima del carro, dijo:

Muchas y muy graves historias he yo leído de caballeros andantes: pero jamás he leído, ni visto ni oído que á los caballeros encantados los lleven desta manera, y con el espacio que prometen estos perezosos y tardíos animales. Porque siempre los suelen llevar por los aires con estraña ligereza, encerrados en alguna parda y escura nube, ó en algún carro de fuego, ó ya sobre algún hipógrifo ó otra bestia semejante. Pero que me lleven á mí ahora sobre un ro de bueyes, vive Dios que me pone en confusión. Pero quizá la caballería y los encantos destos nuestros tiempos