Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha - Tomo II (1908).pdf/148

Esta página no ha sido corregida
— 144 —

mo juicio y en su misma figura; el cual, aunque le faltaba bien poco para tener la misma enfermedad de su amo, no dejó de conocer quién eran todas aquellas contrahechas figuras; mas no osó descoser su boca hasta ver en qué paraba aquel asalto y prisión de su amo, el cual tampoco hablaba palabra, atendiendo á ver el paradero de su desgracia: que fué que trayendo allí la jaula, lo encerraron dentro, y le clavaron los maderos tan fuertemente que no se pudieran romper á dos tirones. Tomáronle luego en hombros, y al salir del aposento se oyó una voz temerosa, todo cuanto la supo formar el barbero, no el del albarda sino el otro, que decía: «¡Oh caballero de la Triste »Figura! no te dé afincamiento la prisión en que »vas, porque así conviene para acabar más presto »la aventura en que tu gran esfuerzo te puso: la »cual se acabará cuando el furibundo león man»chado, con la blanca paloma tobosina yacieren »en uno, ya después de humilladas las altas cer»>vices al blando yugo matrimoñesco. De cuyo inau»dito consorcio saldrán á la luz del orbe los »bravos cachorros que imitarán las rapantes ga»rras del valeroso padre: y esto será antes que »el seguidor de la fugitiva ninfa faga dos vegadas »la visita de las lucientes imágenes con su rá»pido y natural curso. Y tú, ¡oh el más noble y »obediente escudero que tuvo espada en cinta, »barbas en rostro y olfato en las narices, no te »desmaye ni descontente ver llevar así delante »de tus ojos mismos á la flor de la caballería »andante; que presto si al plasmador del mundo »le place, te verás tan alto y tan sublimado que »no te conozcas, y no saldrán defraudadas las »promesas que te ha fecho tu buen señor! Y ase-